Isaiah
Berlin, ilustre historiador de las
ideas, publicó, en 1958, “Dos Conceptos de la Libertad”, distinguiendo
entre libertad positiva y libertad negativa. La segunda se
refiere a la ausencia de restricciones y se concibe, sobre todo, como libertad
individual, en el sentido de que nadie interfiera en nuestras propias acciones
o, lo que es lo mismo, se orienta a que los demás no nos controlen. En resumen,
se trata de la libertad individual, con
las limitaciones que sean necesarias (en relación con la libertad de los
otros). La democracia liberal, desde su origen, se cimenta sobre la libertad
negativa, muy afín a los derechos
individuales. La libertad positiva,
siempre más subjetiva, se acaba atribuyendo, casi siempre, según Berlín, a
entidades que trascienden al individuo, como la tribu, la clase o la raza. Se podrían añadir hoy el género o el
ecosistema. En todo caso, la distinción entre los dos tipos de libertad puede
ser un buen punto de partida, a la par que hilo de Ariadna, para comprender
parte de los entresijos del mundo actual e intuir sus peligros.
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