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10 enero 2012

IMPLOSIÓN

Tiempos de economía.  Es de lo que se habla, lo que se teme, lo que provoca desazón en estos días de ladina mudanza.  Como si lo económico existiese al margen de lo demás (de lo político, de lo social, de lo cultural, de lo vivencial) y sus hechos pudieran ser encerrados en una suerte de laboratorio conceptual poblado de técnicos y expertos especialistas.  Pero no es así.  La realidad económica está embebida de la realidad global y se desenvuelve en ella.  Las decisiones son políticas y sus contextos de aplicación, concretos y contenidos en una estructura social y cultural.  También el Poder, y las influencias.  Tal vez por ello, zozobran cada día quienes, so pretexto de competencia en la materia, emiten opiniones terciadas o inconclusas acerca del déficit, de la deuda o del crecimiento.  La implosión financiera, o bing bang inverso, que está en la base de la crisis actua,l se produjo a pesar de los técnicos, quizá porque no sólo el amor es ciego, sino también la avaricia a la que nada pone freno cuando va unida al subjetivismo de la falta de patrón monetario.  Y se intentó recomponer los restos a base de más de lo mismo: dinero virtual, inexistente, sin cimientos, sin patrón y sin activos.  A partir de ahí, se advierte el desconcierto de los opinantes cuando nos dan clases aceleradas y vanas sobre conceptos primordiales de economía.  Pero esos conceptos ya no sirven.  El bing bang inverso del universo financiero ha hecho nacer un nuevo cosmos en el que, muy probablemente, esas nociones de manual para idiotas se tornan inservibles.

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