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21 noviembre 2011

BIPARTIDISMO.

Aprovecho los comicios recién oficiados para glosar, de manera sucinta, la cuestión del “bipartidismo”.  Viene ello al caso porque, en los últimos tiempos, se escuchan críticas a ese tipo de distribución del sufragio y de la estructura partidaria como contraria al necesario pluralismo.  Y el caso es que el bipartidismo es una elección de los votantes.  Cuando, como en el caso de España, existen dos grandes partidos con opciones de llegar al gobierno, es ello el resultado del voto de los electores.  Se puede aducir que los partidos pequeños o sin representación tienen difícil la entrada en el parlamento por su menor capacidad de acceso a los espacios electorales, a las subvenciones de cara a la campaña, etc.    Pero las elecciones del 20 N muestran que esos partidos pueden acceder cuando se dan las circunstancias precisas y los ciudadanos están dispuestos a votarlos.  UPyD, el partido de Rosa Díez, es tal vez un caso paradigmático: en los anteriores comicios obtuvo un escaño y, en estos últimos, cinco.  Por tanto, no culpemos sólo al sistema del bipartidismo que, en si mismo, no es ni bueno ni malo, sino el resultado de las preferencias ciudadanas.  Sólo si pensamos  que los demás, los otros, habitan en una minoría de edad permanente (y es ello el fermento del totalitarismo) que les incapacita para la decisión política, podemos criticar al bipartidismo que, en realidad, no existe en las democracias, pues hay una multiplicidad de partidos y de posibilidades electorales.  Otra cosa es que no todos obtengan la confianza de sus compatriotas.

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