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03 diciembre 2022

OBEDIENCIA.

 

No es el intimismo otra cosa que la huida de la realidad. Se huye de la misma por variadas razones, pero, sobre todo, por  desazón ante la misma.  Ese desagrado puede ser síntoma  de la edad provecta, pero, en el caso del que suscribe,  creo que hay razones más que justificadas para atribuirlo a la evolución de la realidad misma. Las cosas no pintan bien si uno las ve con cierta perspectiva y algo de espíritu crítico. En esa división tripartita entre liberticidas, pasotas (conscientes o no de los peligros de los primeros) y amantes de la libertad individual, los últimos acaban perdiendo, y claudicado, con frecuencia. Me cuento entre ellos. Y soy cada vez más pesimista, pues los inquisidores, en su avatar de hoy,  se imponen por goleada ante el silencio de una porción significativa de ciudadanos, y aspirantes a súbditos, que parecen ver en la obediencia una nueva manera de acomodarse en el mundo. No sé si obediencia como la Eichmann ( buena ocasión para releer a Arendt), o simple  “vivan las cadenas” o silencio de los corderos. Tengo miedo, lo confieso .

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