SENSACIÓN
Hay una sensación bastante extendida en estos tiempos
entre el común de los mortales (todos
nosotros); se relaciona con el sentimiento de que no comemos sano, de que lo
que ingerimos es una especie de basura contaminada por la producción masiva, e
industrial, de alimentos. Los datos, por
el contrario, no parecen ser un gran apoyo para esa sensación: la esperanza de
vida, en el mundo desarrollado (precisamente donde más extendida esta esa
pulsión) es más alta que nunca, la mortalidad infantil es mínima, la estatura
media ha crecido….Sin embargo, ninguno de esos datos sirve para atenuar la
citada sensación. Tal vez, por aquello de ser los humanos, como afirmara Heidegger, seres de lejanías, añoramos con
embeleso tiempos pasados en los que comían con regularidad solo unos pocos,
tiempos de hambrunas, alta mortalidad y epidemias; esos tiempos fueron los preindustriales
y, por entonces, la producción alimentaria era toda ecológica, y también
sostenible, pues no había capacidad para producir más. Pero la revolución industrial, y la
revolución agrícola paralelas, cambiaron la sostenibilidad de Malthus
(crecimiento geométrico de la población y sólo aritmético de la cantidad
alimentos) por una nueva situación que permitió, y permite, alimentar a miles
de millones de seres humanos. Esa es la
realidad, pero las sensaciones, como la aludida al principio de este
comentario, no saben de datos. Demos una oportunidad al raciocinio, y al
pensamiento sin prejuicios, y tal vez así podamos desprendernos de la dichosa
sensación. O igual preferimos la religión
No hay comentarios:
Publicar un comentario