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27 agosto 2022

SENSACIÓN

 Hay una sensación bastante extendida en estos tiempos entre  el común de los mortales (todos nosotros); se relaciona con el sentimiento de que no comemos sano, de que lo que ingerimos es una especie de basura contaminada por la producción masiva, e industrial, de alimentos.  Los datos, por el contrario, no parecen ser un gran apoyo para esa sensación: la esperanza de vida, en el mundo desarrollado (precisamente donde más extendida esta esa pulsión) es más alta que nunca, la mortalidad infantil es mínima, la estatura media ha crecido….Sin embargo, ninguno de esos datos sirve para atenuar la citada sensación.  Tal vez, por aquello de ser los humanos, como afirmara Heidegger, seres de lejanías, añoramos con embeleso tiempos pasados en los que comían con regularidad solo unos pocos, tiempos de hambrunas, alta mortalidad y epidemias; esos tiempos fueron los preindustriales y, por entonces, la producción alimentaria era toda ecológica, y también sostenible, pues no había capacidad para producir más.  Pero la revolución industrial, y la revolución agrícola paralelas, cambiaron la sostenibilidad de Malthus (crecimiento geométrico de la población y sólo aritmético de la cantidad alimentos) por una nueva situación que permitió, y permite, alimentar a miles de millones de seres humanos.  Esa es la realidad, pero las sensaciones, como la aludida al principio de este comentario, no saben de datos. Demos una oportunidad al raciocinio, y al pensamiento sin prejuicios, y tal vez así podamos desprendernos de la dichosa sensación. O igual preferimos la religión

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