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23 julio 2022

UNIVERSALES.

 

Ningún universal es substancia, cualquier manera que sea considerado, sino que cualquier universal es una intención del alma que, según una opinión probable, no se distingue del acto de entender”.
Guillermo de Ockham.

Retorno, una vez más,  a Ockham, cuyos argumentos parecen ajenos al paso del tiempo. Ya no es sólo su famosa “navaja”,  dictamen que nos muestra como los entes no deben ser multiplicados sin necesidad o, lo que es lo mismo, que, en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla es la verdadera, lo cual no sé si aplica siempre en estos tiempos de relato y de emociones, en los que los hechos o datos concretos no parecen importar para construir una explicación del orbe.  La frase expuesta al principio se refiere a los universales como elementos de las cosmovisiones metafísicas; la religión y la teología se movieron durante siglos en esa órbita. La ciencia contemporánea, la de la era de lo positivo, siguiendo a Comte, parecía haberlos expulsado, pero sólo salieron por la puerta para entrar de nuevo por la ventana.  Fue primero el concepto de raza, como nuevo universal, el que estuvo presente durante unas décadas (la antropología física y la tendencia a medir cráneos), hasta que la “solución final” desprestigio el concepto, que regresó en forma de cultura mediante el trampantojo del multiculturalismo.  Paralelamente, había ingresado en el club la clase, como verdadera explicación de la historia y del mundo ( aquello de que “en la producción social de la vida” contraemos relaciones de producción independientes de nuestra voluntad..). Últimamente se va imponiendo la noción de género.  Todos estos universales, metafísicos y ajenos a la explicación más sencilla, han tenido y tienen en común aniquilar las libertades del individuo, como iremos viendo en próximas entradas. Desconfiemos siempre de aquellos clubes a lo que debemos pertenecer obligatoriamente y que nos determinan independientemente de nuestra voluntad.

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