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01 julio 2022

SOBRE EL PODER.

 

Las cavilaciones sobre el Poder vienen de antiguo y nunca están exentas de provecho.  Meditaba Nietzsche que “todas las cosas están sujetas a interpretación, y la interpretación que prevalezca en un momento dado es una función del poder y no de la verdad”.  En relación con ello, la historia de la secularización política, o del tránsito desde la autocracia a la democracia parlamentaria, es siempre una variante de lo que podríamos denominar “poder versus libertad”. Por ello,  la sentencia de Nietzsche es precisa y sutil, pues muestra como  el lenguaje es elemento crucial en esa dialéctica.  Entiendo que no debemos nunca permitir que nos impongan el nombre de las cosas.  En relación con ello, Leonardo Da Vinci, que parece ajeno a estas cuestiones, dejo dicho que “nada favorece más a la autoridad que el silencio”, y semejante aseveración es muy aplicable a nuestros días.  El Poder, ese gran afrodisiaco, por parafrasear a alguien que, como Henry Kissinger, entendía del mismo, sigue así. Su configuración, textura y grado de tiranía depende bastante de que, frente a ello, seamos más o menos pasivos, más o menos tolerantes, más o menos obedientes.

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