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20 mayo 2022

GUERREROS Y COMERCIANTES.

 

Un ferviente parroquiano  de la “revolución”, Jacques Louis David (que después lo fue también de Napoleón), pintó “El juramento de los Horacios”, que acabó siendo, con el tiempo,  epítome gráfico, y propagandístico, de la Francia de la Convención.  Lamentablemente, la historia que se cuenta de esos hermanos está lejos de ofrecernos algo recomendable, pues, dispuestos a matar a sus propios familiares, poniendo a la patria por delante de cualquier otro vínculo,  nos transmiten un mensaje típicamente colectivista; como ya escribimos aquí, el colectivismo no habita sólo los universos del comunismo o de la utopía anarquista; reside en cualquier concepción que ponga al grupo (nación, raza, clase, género…) por encima del individuo.  Por supuesto que somos seres sociales, y necesitamos de los otros, con los que cooperamos, pero siempre que el individuo es absorbido por el todo social, el progreso y las libertades desaparecen.  Solo hay que mirar un poco en el pasado y observar la diferencia entre las sociedades clericales-militares y las de comerciantes.  Estas últimas devienen siempre en más favorables para el bienestar humano, pero tienen enemigos viejos y ancestrales que, si bien mudan de ropajes en cada momento histórico, acaban siendo los mismos y produciendo idénticos efectos.  Escohotado lo describe muy bien en “Los enemigos del comercio”, obra en tres volúmenes muy recomendable para la mejora de capacidades intelectuales.  La pregunta es: ¿Quiénes nutren el actual clero laico y quiénes son sus guerreros?

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