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22 enero 2022

VICTIMISMO.

 

Hice de la fuerza de ánimo mi castillo y mi coraza ;no quiero disfrazarme de víctima de la injusticia”.
Retazo de “El collar de la paloma”, citado por Andrés Trapiello ( “Las armas y las letras”) a partir de un ejemplar subrayado por Ramón Gaya.

El enunciado asume mucha enjundia y viene avalado por quien fue, según Trapiello, el autor del subrayado. Una sentencia breve y sucinta, pero larga en contenidos y posible punto de partida para meditaciones variadas.  El victimismo, encumbrado hoy como fuente de ideología, fue siempre, sobre todo en la era industrial, origen del odio vertebrador del pensamiento revolucionario. En nuestro días,  está llegando a límites insospechados, exhibido en una nueva envoltura transversal e interclasista, y acompañado del patos, sino del puro melodrama, como adjunto que ya no sonroja a una parte copiosa de los seres humanos.  Tal vez algún día vuelva a tener sentido  la fuerza de ánimo como ortograma personal, pero la misma  anida sobre todo en entornos individualistas y casi nunca en ecosistemas humanos impregnados de colectivismo.

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