"El
marxismo es un elemento esencial del opio de los intelectuales porque su
doctrina de la inevitabilidad histórica lo aísla de poder ser rectificado por
algo tan trivial como la realidad de los hechos"
Raymond
Aron.
Poco se puede añadir a la frase de Aron. Además, sería su
contenido adaptable a otras ideologías o ideogramas propios de estos tiempos. La inevitabilidad que se predicaba
del marxismo, se extiende hoy a las secuelas y epígonos del mismo, fusionados
en el revuelto de lo progre con la moralina, la políticamente correcto y la
imposición del lenguaje. Se percibe, y se impone, todo ello, como inapelable e
irreversible y, de nuevo, los hechos son meros detalles que no deben entorpecer
el avance imparable del artefacto totalitario.
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