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26 julio 2019

SALVADORES.


Aseveró  Leon XIII, el último papa decimonónico,   que "la posibilidad de pecar no es una libertad, sino una esclavitud".   Ya Agustín de Hipona,  seis centurias antes, había conceptuado la "libertad para errar como libertad para pecar".  Siempre la Iglesia, desde sus preludios, asumió el objetivo de salvarnos del pecado aunque fuera a base de coartar nuestra libertad; desde el Bajo Imperio, cuando devino en religión oficial, manejó esa pericia para imponer su hegemonía y zanjar todo vestigio pagano.  Esa metodología pasó a los liberticidas contemporáneos, capaces de fusilarnos por nuestro bien, y subsiste  ahora mismo,  sin desviarse un ápice del dictamen de Leon XIII.  En realidad, van cercenando nuestras libertades, comenzando por el lenguaje, para salvaguardarnos del pecado, identificado con las opciones plurales contenidas en el mercado y el capitalismo;  su aceptación, a juicio de los epígonos del estalinismo (o sea, del comunismo), impregnados hoy, a veces sólo en parte, a veces de manera total, con tintes ecológicos o medioambientales, nos convierte en esclavos. Y de esa esclavitud quieren librarnos, de la libertad de errar a la que se refirió el de Hipona.  Hagan lo que hagan, aducen, será siempre en favor nuestro..  Es terrible, pero cierto.  Preparémonos.

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