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31 agosto 2018

TERRITORIO


Merodeando por el meollo de la vieja Castilla, entre Tordesillas y Madrigal de las altas Torres, que fueron lugares prístinos en la conformación de  España,  me da por pensar en la cuestión del territorio y el ser humano, pues somos, a la postre, animales territoriales. El espacio físico, el terreno concreto, es  nuestro habitat y alberga aspectos benéficos como algunas raíces y sentimientos, pero supone asimismo ese vasto mundo hostil del que llevamos huyendo, o aislándonos, desde que abandonamos los árboles para sumirnos en los peligros de la sabana. Tal vez porque supone peligros, depredadores, frío, calor e intemperie.  De ahí que hayamos ideado casas, pueblos y ciudades como manera de soslayar ese espacio físico amenazante y terrible.  Baltasar Gracián sentenció que "donde no hay artificio, todo lo pervierte Naturaleza".  Y por eso construimos paraísos artificiales, sean materiales, sean psíquicos o sean, ya en nuestros días, virtuales.  Y, con todo ello, parece, en la actualidad, que obviamos el territorio; entre paraíso y paraíso, poblamos autopistas o terminales de aeropuerto, al tiempo que vamos olvidando el palmo a palmo que tal vez hizo sabios, al menos en estos menesteres, a nuestros antepasados.  

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