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06 julio 2018

JUSTICIA.


Parece brotar, en los últimos tiempos, una propensión a la justicia popular; la adjetivación, como siempre, pone los pelos de punta, sea cual sea el sustantivo afectado (democracia popular, democracia orgánica, democracia verdadera, precio justo....y otros epítetos añadidos a un nombre o concepto). Se trata, siempre, de poner por delante la subjetividad y las emociones; o sea, la posverdad, que es como se denomina ahora a la mentira transmitida como propaganda masiva.  Se espera, en relación con ello, que los jueces decidan en el sentido considerado como correcto en el ámbito de la ideología;  pero la justicia, en un régimen de separación de poderes, está precisamente para evitar la contaminación política o ideológica del perímetro de la seguridad jurídica.  Ya sé que esa separación de poderes no es perfecta, ni tiene nada de idílica, pero es preferible a la irrupción del vecino, de la horda o de la red social como elementos de decisión en los veredictos.  Pero esa parece la tendencia.  Otra muestra de los tiempos oscuros que parecen avecinarse.

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