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21 julio 2018

DE LOTERÍAS Y COLECTIVISMO.


Observo, con asiduidad, colas de personas brotando de algún local que hospeda una oficina de apuestas y loterías; en esas colas, es nutrida la representación de la edad provecta, de las cohortes demográficas que sobrepasan los sesenta.  Tal vez la explicación sea el providencialismo propio del mundo católico, que es el nuestro, aunque ignoro cuánto se juega en los países luteranos o calvinistas, por  limitar el asunto al mundo cristiano.  Pero esa fe en el azar de la providencia como fuente de venturas y desventuras, de pobreza o riqueza, como motor de caridad y limosna, coincidiendo con una cierta desconfianza en el esfuerzo y la iniciativa como mecanismos de promoción social, son intrínsecos al ámbito cultural católico.  No pretendo simplificar con una recuperación burda de Max Weber, pero es en estos mundos del ecumenismo donde más influencia tuvo, y tal vez tiene, la doctrina comunista, o colectivista en sentido más amplio,  en sus distintas versiones.  Hemos llegado de los juegos de lotería al marxismo: un interesante punto de partida para algunas reflexiones esclarecedoras.

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