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01 julio 2017

LENGUAJE Y PENSAMIENTO

El lenguaje y el pensamiento son, matices aparte, una misma cosa.  Hablamos o escribimos como pensamos y el discurso caótico refleja un pensamiento también confuso.  Durante el período que denominamos Alta Edad Media, el Latín se fue deteriorando, al tiempo que perdía  la precisión y claridad de la época clásica, tal vez porque la riqueza en el pensar, los matices y la profundidad habían ido menguando por los cambios sociales y políticos acaecidos desde el siglo V.   Al fin y al cabo, el  posterior renacimiento carolingio no fue otra cosa que un intento de recuperar ese esplendor en el contexto del Imperio de Carlomagno, que se presentaba como heredero de la Roma Antigua. Carlomagno recurrió, para ello,  a los monjes, los únicos que dominaban la escritura y la lectura, y  buscó la colaboración de  Alcuino de York , naciendo así,  en Aquisgrán, la Escuela Palatina, que serviría como base para las modernas universidades; ordenó, además,  que todos los nobles y clérigos se instruyeran en letras y aritmética. Mostraba  ello la intención de solucionar una pérdida, así como  la nostalgia del mundo clásico perdido.  Tal vez hoy esté también ocurriendo; se tiene, a veces, la impresión de que el lenguaje está en declive, con desaparición de sus matices, que son sin duda los del pensamiento, un pensamiento que se antoja pobre y emocional (la ya manida "posverdad") y falto del rigor que tuviera.  Sólo ello explicaría alguna de las cosas que, desde el punto de los discursos ideológicos, nos  están sobreviniendo.

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