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18 julio 2017

SEXISMO

Leo que la Vuelta a España, competición ciclista,  eliminará los besos en el podio y tendrá "azafatos" para evitar el sexismo.  Parece que el sexismo se define como la discriminación que alguien sufre por su sexo o género.  Me pregunto si las azafatas no contratadas podrán considerarse objeto de esa discriminación.   La policía de costumbres, antigua institución, vuelve a través de lo políticamente correcto, en forma de postureo ideológico,  de actitud de cara a la galería de lo progre, sin mayor coste para sus ejecutores.  La realidad,  que es otra en la calle nuestra (y no digamos en otras calles sumidas en el piélago de la multiculturalidad), no importa.  Lo que mola es el guiño, el no somos sexistas, los azafatos y, por supuesto, la supresión del par de besos de la chica al ganador. Y, por debajo, toda una realidad sórdida de dominaciones y maltratos, de desigualdad, de falta de oportunidades para mujeres que nacieron en el lugar o barrio equivocado. Que no son precisamente las azafatas del ciclismo.  Cambiemos, pues, el lenguaje y los gestos para que nada cambie en la realidad subyacente de cada día.   En uno de sus escritos, Proudhon, pensador revolucionario del XIX, exponía sus razones y argumentos en contra de la propiedad (burguesa) y concluía lo siguiente: “la propiedad ha muerto, yo la he matado”.  Ya ha llovido desde esa decimonónica sentencia y la propiedad sigue ahí, como antes.  No basta con el discurso para que la realidad se transforme.  Pero vivimos tiempos no de ideología, sino de postureo ideológico.

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