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29 agosto 2007

PERSPECTIVAS ANTROPOLÓGICAS.

El llamado “buenismo” es una de las variedades del optimismo antropológico. Se trata de una visión benéfica de los seres humanos, de una negación de la maldad como algo intrínseco al Homo Sapiens Sapiens y, por tanto, como mero resultado de las estructuras sociales. En cierto modo, Rousseau redivivo. Pero las buenas intenciones nunca han asegurado resultados satisfactorios. Al fin y al cabo, no son las utopías otra cosa que sueños que, de hacerse realidad, se tornan pesadillas. La historia de los últimos cien años está llena de ejemplos. La democracia es el menos malo de los sistemas porque, en el fondo, parte de una buena dosis de pesimismo antropológico, a pesar de que éste haya sido siempre atribuido al fascismo. Falso. Fascismo y Comunismo fueron optimistas, en el sentido de creer en el hombre nuevo fruto de la nueva sociedad que ambos, cada uno a su manera, proponían. Sólo la democracia desconfía de semejantes objetivos y se plantea un sistema más realista. Por ello, resulta preocupante la nueva identificación entre democracia y buenismo.

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