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02 enero 2007

EL PÉNDULO DE FOUCAULT.

Otra vez enero. Tiempo muerto entre el año nuevo y la noche de Reyes. Es el verdadero Eterno Retorno marcado por las efemérides del devenir cíclico. En las librerías, abunda la narrativa de asunto esotérico. Cuando se abre un filón, todos quieren profundizar en sus capas. Por ello, más que de una búsqueda literaria, se trata de conseguir hacer caja. Todo tipo de conjuras herméticas e históricas se desarrollan en esas obras. Teoría de la conspiración y vaciedad extrema. Recomendaría que se leyese El Péndulo de Foucault, de Umberto Eco, una obra que, en su momento, se anunció a bombo y platillo pero que, después, no parece haber tenido mucho éxito. Sin embargo, es de lo mejor del profesor italiano que, a lo largo de sus páginas, y con fina ironía, nos hace reflexionar sobre la realidad y el lenguaje, sobre el peligro que supone la paranoía cuando se mezcla con eso que hemos dado en llamar hermetismo. El final está poco rematado, mas ese es un problema que suelen tener las obras de Eco. De todas formas, recomiendo su lectura, mucho más interesante que todo el conjunto de libros al peso que, últimamente, pueblan las estanterías emulando al Código da Vinci. Yo, de vez en cuando, vuelvo a sus páginas. Simpre es preferible una relectura a una lectura estéril.

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