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19 octubre 2006

EUROPA Y EL INTEGRISMO

André Glucksmann, filósofo y polemista francés, subrayaba, hace ya casi diez años (bastante antes del 11-S y sus secuelas), en un trabajo acerca de la guerra, la diferencia entre “ilustrados” e “integristas”. Los primeros, los europeos de los siglos XVIII, XIX y XX, estarían de acuerdo entre sí sobre el Mal, sobre lo que se debe evitar; los segundos, ¿quiénes?, tendrían además la certeza sobre el Bien, sobre lo deseable y necesario. Da la impresión, transcurrida una década, de que las cosas ya no están tan claras. Europa se vuelve, poco a poco, integrista. Porque, ¿quiénes son los integristas? No busquéis a Roma en Roma, no busquéis a los integristas entre quienes se presentan como tales en discurso y apariencia. Desde el punto de vista preservado, en el citado trabajo, por el pensador galo, es integrista aquel que sabe lo que es bueno para cada uno de los demás y para el todo social, aquel que no se conforma con identificar al maligno , sino que se atreve a imponer una concepción del Bien. He ahí. Escuchen, lean, piensen un poco. Un fantasma empieza a recorrer Europa: no es ya el del comunismo. ¿Seguirá avanzando y penetrando nuestras mentes?

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