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23 abril 2020

CLINAMEN.


Lucrecio, discípulo de Epicuro, acuño el término “clinamen” para traducir del griego la voz que utilizaba su maestro para designar  la desviación espontánea, y azarosa, de los átomos en su caída, o trayectoria, rectilínea. Siempre me atrajo el vocablo (y su contenido), desde la primera vez que lo oí nombrar, durante el bachillerato, en la clase de Historia de la Filosofía.  Pensé entonces: cuan audaz Epicuro que, después de construir su pensamiento basado en el placer (o no dolor), se quita de encima el asunto del libre albedrío con esa desviación repentina imputada a los átomos. Parece pueril el invento para zanjar, de un plumazo, el asunto  enjundioso del determinismo, y poco propio de los grandes filósofos.  En estos días tan inciertos, sólo espero que el clinamen forme parte en verdad de nuestro universo. 

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