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19 febrero 2020

IDEOTROPISMO.


Podría designarse así la propensión, por parte de una suma significativa de la población de cada época y lugar, a asimilar las ideas, valores y sentimientos dominantes.  Igual que, verbigracia, los girasoles se orientan al sol, tendríamos los humanos una predisposición a indagar el “sol que más calienta”, acatando, de verdad o sólo en apariencia, el sentido común de cada momento.  Y, en los períodos críticos, como este que nos ha tocado vivir, señalado por la deriva totalitaria, se convierte ello en catalizador para la eliminación progresiva de libertades; aprendamos un poco de los años treinta, por ejemplo, en Alemania, y lo entenderemos.  El “Príncipe Moderno” del que platicara Gramsci, no es en realidad el “Partido” y ni siguiera el Estado.  Se estructura como un todo mediático y telemático que nos va imponiendo los mantras ortodoxos; y lo vamos aceptando, o haciendo como si lo aceptamos, progresivamente, tal vez como la rana vertida en agua fría y calentada, hasta el hervor, progresivamente.

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