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09 febrero 2019

CIENCIAS.


En 1972, Stanislav Andreski publicó "Las Ciencias Sociales como forma de brujería", donde estudiaba y criticaba los procedimientos, así como la ausencia de resultados concretos, del tipo de  ciencia social que se practicaba en el contexto anglosajón de los años sesenta y primeros setenta.  Entre otras cosas, describía y mostraba como las Ciencias Sociales inventan un suerte de jerigonza o argot a partir del cual, y emergiendo de la oscuridad de unos postulados abstrusos, mantienen el aspecto de Ciencia sin ofrecer resultados mensurables.  La mala noticia es, sin embargo, que, en los últimos tiempos, eso que Andreski atribuye a las ciencias humanas, parece haberse extendido a las llamadas ciencias naturales, en las que, cada vez más,  sus practicantes pueden emitir sin rubor, ni miedo al ridículo, afirmaciones que dependen de la convicción o de la ideología mucho más que de los datos empíricos.  Ya no son, por consiguiente, sólo la Historiografía, la Antropología o la Sociología; la ideología se cuela, una y otra vez, entre las comunidades científicas de las disciplinas no humanas, mediante datos engalanados por la sesuda jerigonza que ya vio Andreski, hace casi cincuenta años, en las ciencias del hombre.

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