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15 enero 2017

VIAJES

“Las personas viajan a destinos distantes para observar, fascinadas, el tipo de gente que ignoran cuando están en casa”. – Dagobert D. Runes


      El orbe se ha vuelto más pequeño y los traslados por el mismo son cada vez más fugaces.  El viaje se va mudando en desplazamiento.  Se va mucho a espacios lejanos, o no, para obtener la foto que levanta acta de la presencia del viajero y subirla a las redes sociales.  ¿Hace falta ir lejos para viajar? ¿Sigue existiendo la diferencia entre viajero y turista o ya todo es turismo en variantes diversas?  La diferencia es tal vez una cuestión de mentalidad y actitud.  Se puede viajar a sitios cercanos, incluso al lado de la propia casa.  Y hoy se viaja poco.  Eso sí, se va a muchos sitios, más o menos próximos, más o menos alejados, pero se hace, en general, con la actitud de coleccionar instantáneas o relatos, hoteles o restaurantes, supuestas observaciones de otras culturas en laboratorios creados ad hoc para el consumo turístico. Yo, entre todos los viajes, el que prefiero es el de esa carretera secundaria, no muy distante de casa, que nos lleva a parajes en los que no habíamos estado y de los que, en muchos casos, podríamos regresar andando.

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