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10 agosto 2011

POVES

Entre el murmullo de fondo de este mes vacacional jalonado de graves dificultades financieras, distingo los dichos de un futbolista que deja de serlo, de un chico aún joven. Se trata de  palabras lapidarias que han dado la vuelta al orbe.  En el caldo de cultivo de los indignados, este chico ha dicho que el capitalismo es muerte y los bancos, candidatos a la purgación por el fuego.  A pesar de la ternura que inspira el joven, no tengo más remedio que emparejarlo con las  víctimas de la LOGSE o de algún germen ni identificado que afecta al raciocinio.  Si el capitalismo es mercado, este es una manera de asignar los escasos recursos con una cierta eficiencia.  En la economía, como en la vida, hay siempre un coste de oportunidad; dictaduras del proletariado como la soviética hubieron de elegir qué producir, así como retrasar el paraíso para tiempos futuros.  Sólo hay dos maneras: o lo recursos los asigna el mercado o el Gran Hermano con su dedazo burocrático.  Y en el mercado está el dinero.  Los períodos históricos con circulación monetaria más generalizada fueron etapas con más libertad y con sociedades más abiertas. Frente al feudalismo, la evolución socioeconómica de la Europa bajomedieval; frente a la sociedad señorial del Antiguo Régimen, la revolución industrial y el capitalismo.  Que alguien ayude al ex futbolista para desengancharse de esa secta ideográfica  (que no ideológica) a la que pertenece sin saberlo.  No hay peores barrotes que aquellos de los cuales ignoramos su existencia.

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