Vistas de página en total

24 enero 2011

PRESENTE

Tiempos de mudanza y aflicción, aun cuando no sean compatibles según el aforismo clásico. Concluyeron los buenos tiempos, los de “ponnos otra y que se debe”, los de abundancia y dispendio. El cosmos regido por ese Dios omnipotente, bueno y omnisciente que es el Estado parece tambalearse, porque esa deidad burócrata ya no es omnipotente, no puede prometer y sufragar la satisfacción de las necesidades de sus súbditos/ciudadanos. Eso sí, todavía henchido de bondad, vela por todos nosotros en forma de leyes y trabajos que protegen la salud o cualquier otra cosa que al Leviatán se le ocurra preservar. Y, en cierto modo, sigue aumentando su omnisciencia. Mas temo que la pérdida de la omnipotencia le vaya conduciendo desde la bondad a la maldad manifiesta. Como un organismo mutante que invade vidas y resortes, que custodia y asfixia, va tornando difusa la distinción entre el Todo y sus átomos constitutivos, cada vez menos individuales.

En tiempos de aflicción, no hacer mudanza. Nuestro Dios estatal, el Leviatán que sustentamos, ya no puede obedecer ese aforístico mandado: aflicción y mudanza se intercalan en un caleidoscopio de colores fríos y pestilentes.



No hay comentarios: