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17 marzo 2007

BAUDRILLARD Y LO VIRTUAL.

Ha pasado sin pena ni gloria la muerte de Jean Baudrillard. Un pensador más de perspicacia que de genio, más de perífrasis que de profundidad. Pero, sin embargo, nos ha legado una atinada semblanza de las sociedades contemporáneas a través del concepto de “simulacro”. Ocupamos un mundo virtual, en el que la reinterpretación de los hechos es más relevante que los hechos mismos. La realidad, como sustrato primigenio, ya no existe, salvo que la identifiquemos con ese universo cerrado, e isotrópico, de los medios de comunicación, sean los tradicionales o los emergentes y neotecnológicos. En efecto, nada exterior a ese universo parece digno de existir. Aquella aserción de que todo está en los libros ha sido sustituida por otra muy distinta: todo ha de estar en los medios para ostentar la consideración de realmente existente. De este modo, haciendo caso a Braudillard, podremos entender muchas cosas que, a bote pronto, se nos antojaban extrañas, desde el milenarismo medioambiental hasta la deriva política de este país llamado España.

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