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10 abril 2019


"Una nación se hace lo mismo que cualquier otra cosa. Es cuestión de quince años y de un millón de pesetas. Con un millón de pesetas yo me comprometo a hacer rápidamente una nación en el mismo Getafe, a dos pasos de Madrid. Me voy allí y observo si hay más hombres rubios que hombres morenos o si hay más hombres morenos que hombres rubios, y si en la mayoría, rubia o morena, predominan los braquicéfalos sobre los dolicocéfalos, o al contrario. Es indudable que algún tipo antropológico tendrá preponderancia en Getafe, y este tipo sería el fundamento de la futura nacionalidad. Luego recojo los modismos locales y constituyo un idioma. Al cabo de unos cuantos años, yo habría terminado mi tarea y me habría ganado una fortuna. Y si alguien osaba decirme entonces que Getafe no era una nación, yo le preguntaría qué es lo que él entendía por tal y, como no podría definirme el concepto de nación, le habría reducido al silencio. "     
 Julio Camba. Maneras de ser español. 1918

Es posible que lo más sugerente resida en el  carácter oracular del párrafo.  Si repasamos   nuestro llamado "estado de las autonomías", e  indagamos de manera somera  el devenir del mismo desde 1978, nos maravillaremos con lo que firmaba Camba en tan precoz fecha.  Lo que insinúa parece explicar hechos y contextos  no sólo de España, sino asimismo de Europa, y tal vez del orbe  en general.   En relación con ello, rememora uno lecturas varias; surgen, de entre ellas, apreciaciones contenidas en las mismas,  como  el  "simulacro" de Baudrillard o la mentira que mueve el mundo,  de Revel.  Se trata de la construcción de una realidad virtual y mediática, ajena al  cosmos objetivo y dado,  pero proclamada realidad única a fuer de repetición.  Y, así, no es inverosímil  que lo usual acabe siendo la deglución de  ruedas de molino, en la convicción de  que son redondas y mínimas porciones de pan ácimo; se trataría de un  quijotismo al revés, percibiendo molinos de viento allí donde hay, claramente, gigantes.  E iremos a más.

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