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15 septiembre 2018

LIBERTAD MENGUANTE.

Alguien muy joven, y próximo, me suelta de repente que, en su futuro, casi todo estará prohibido y que, por ello, se apresura a ir haciendo y diciendo las cosas que todavía hoy son consentidas.   Esa sensación de libertad menguante no era, por tanto, una impresión de la edad de quien suscribe, casi ya provecta,  sino que parece estar presente en todo ciudadano, o ciudadana, con cierta lucidez unida a una pizca de honradez intelectual.  La libertad, en efecto, se va haciendo más pequeña y llena menos las bocas que antes.  Ya sé que no está claro lo que sea esa libertad, pues ni siquiera es unánime el considerarla como un fin deseable; la "libertad para qué" de Vladimir Ilich y de esos epígonos suyos que ahora nos inquietan, apunta una porción de lo que está pasando.  En realidad, nunca se sabe qué es la libertad hasta que no se pierde.  Y, entonces,  suele ser tarde

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