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17 febrero 2018

NACIÓN.

Curioso que la idea de España esté netamente desviada de los lugares comunes de la Izquierda, tanto de la circunscrita en partidos o sindicatos como de la denominada "izquierda indefinida".  Ningún argentino parece identificar la bandera de su país con Videla; los griegos no suelen asociar la suya a los "coroneles", y así sucesivamente.  Pero, en nuestra España, y en amplios sectores de lo que podríamos denominar "progresía", la bandera y la exaltación de la Nación se consideran, en gran parte, como rémora de un pasado infausto, ligado al franquismo y alejado de la verdadera legitimidad democrática, la de la II República con su enseña tricolor.  ¿Puede ser esa la explicación de la querencia de la Izquierda española, desde los albores de la Transición,  hacia el nacionalismo periférico?  Sólo en estos últimos meses, tras el intento de golpe de los supremacistas de Tractoria, juzga pertinente  la sociedad española, o una parte significativa de la misma,  la necesidad de defensa de la unidad nacional: las banderas en los balcones, las manifestaciones españolistas en Cataluña, Tabarnia......fueron el impulso para la aplicación del 155, y la base para que una parte del espectro político se atreva con asuntos como la discriminación lingüística.  Pero falta que, más allá del centro-derecha,  la Izquierda, al menos en gran parte de su espectro, se despoje de ese miedo a querer la propia Nación que, por otra parte, es  la que, como espacio de soberanía que reúne a los ciudadanos de un territorio, puede garantizar nuestros derechos y libertades.  Hace falta una revolución en ese sentido, y escuchar el clamor de la calle, más allá de los clichés y tópicos ideológicos que tanto aman los liberticidas.

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