Vistas de página en total

03 mayo 2008

El Poder y el Beato de Liébana.

El Poder, así con mayúscula, es intrínsecamente malvado. Beato de Liébana, allá por el siglo VIII, desarrolló toda una iconografía simbólica en la que los dragones alegorizaban al demonio; sus cabezas múltiples eran, según los estudiosos de estas cuestiones, metáforas gráficas de los reyes del mundo. El poder temporal del medievo se presentaba, de este modo, como demoniaco, frente al poder espiritual de la Iglesia (que también ejercía, por otro lado, su cuota de poder temporal). Semejante concepción estaba ya presente en ciertas sectas gnósticas pero, sea como sea, el ejercicio del poder siempre corrompe ("el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente"). Ya sé que no es lo mismo un poder democrático que otro totalitario, ni es lo mismo Hitler que Abraham Lincoln. Sin embargo, y aparte de matices y de gradaciones, todo poder tiene algo de siniestro porque no se tiene el Poder, sino que es el Poder, una vez alcanzado, el que le tiene a uno.

No hay comentarios: