Diciembre. La Navidad se acerca. Recorremos, ahítos de énfasis, las calles y los centros comerciales. Todos solidarios, haciéndonos eco de los mantras desacralizados del agit prop progresista. Pero compramos y compramos, consumimos. ¿Esquizofrenia? ¿Simple incoherencia? Acaso un poco, o un mucho, de ignorancia. Hemos pasado, en un par de décadas, de la ideología a la ideografía, que es la forma que adopta el pensamiento en esta era del simulacro (Braudillard dixit). Y la ideografía supone un regreso a la Metafísica. Regreso banal, pero regreso al fin. Se trata, en este caso, de lo que podriamos denominar metafísica de la idea genérica (basada en la Imagen más que en el discurso), en una especie de recuperación de los universales de la filosofía medieval. Todo ello supone una dificultad para el discernimiento que nos conduce a aceptar como lógicas ideas y pensamientos descabellados. Y así nos va, comulgando con ruedas de molino. Otro Diciembre. Otra Navidad.
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