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15 abril 2006

EXTRAÑA CIENCIA

Otro sábado santo. Un año más. Tiempo de laberintos, de extrañas mudanzas ideadas en nadie sabe qué lóbregos despachos a los que la luz soslaya. Ya no queda claro dónde está la luz y dónde las tinieblas. Hasta no hace mucho, la Ciencia era la luz inapelable. Hoy no tanto, porque la opinión ha ido penetrando poco a poco en el tabernáculo venerable del Conocimiento. Los científicos muestran más que demuestran y establecen conclusiones por consenso. Y no es eso. Parece que la pasión y el sentimiento, esto es, la ideografía (¿ha existido alguna vez eso que llaman ideología?), forman parte, en este presente ambiguo, de las aserciones a las que antaño se exigía demostración y falsabilidad. Ya no. Y, por ello, no sabe uno dónde mora la luz y dónde la penumbra. Felices aquellos ilustrados que, allá por el XVIII, sí lo sabían.

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