No creo que los entes
humanos estemos definidos por esencia alguna. No lo estamos, por supuesto,
desde el punto de vista colectivo, pura metafísica, pero tampoco como
individuos. Sólo poseemos la existencia,
el devenir de cada día que nos va conformando; es lo nuestro. Si así pensamos, deberíamos alejarnos de las
moralinas varias que pululan cada época, como la actual, y centrarnos en
nuestro morar de cada día. Pero no. Nos hechiza instituir grandes principios y
también cambiar el mundo, como si ello fuera posible, y así forjamos
aquiescencia para quienes no desean otra cosa que suprimir nuestras libertades
y restringir esa nuestra única propiedad denominada existencia.
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