Exilados en casa, y
restringidas nuestras libertades a causa de un infausto virus, el escenario
puede servir de paradigma de lo que supone el mundo sin mercado, impulsado por
el Poder que decide, con los supermercados dejando de ser pletóricos por el
acaparamiento, con calles vacías y gente en sus casas. A quien haya conocido el comunismo en
cualquiera de sus versiones pasadas o presentes, le traerá esta situación el
recuerdo del no capitalismo, que es algo así como lo de estos días, pero
agravado y constante en el tiempo.
Esperemos que la pesadilla pase pronto y que volvamos a dónde estábamos,
con el totalitarismo en lontananza, eso sí, pero aún dentro del mundo libre. Ánimo
y así sea.
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