Corren peligro el
pluralismo y la libertad. Sin ellos, ya
no cabe hablar de igualdad, de equidad ni de ningún otro asunto de los que
tanto gustan a los adalides de la corrección política, los mismos que pugnan por recortar nuestra
libertad sin prisa pero sin pausa. Se añade a ello que, a quienes nos
gobiernan, no les gusta la pluralidad por distintas razones, que van desde las
puramente ideológicas hasta otras diversas, como verbigracia, el Poder. Nadie
parece rebelarse ante la imposición fáctica, mediática y proterva que se nos
viene encima. Acabará siendo, si no lo remediamos, el silencio de los corderos.
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