«Cada esfuerzo por
clarificar lo que es ciencia y generar entusiasmo popular sobre ella es un
beneficio para nuestra civilización global. Del mismo modo, demostrar la
superficialidad de la superstición, la pseudociencia, el pensamiento new age y
el fundamentalismo religioso, es un servicio a la civilización».
Carl Sagan.
En relación con esta reflexión, tal vez la
cuestión más ardua resida en saber dónde hallar la pseudociencia. No busques a Roma en Roma, se afirmaba
otrora. No llegaré a tanto; también en
Roma está Roma, pero no sólo en ella.
Existen hoy nuevas supersticiones, exhortadas desde los templos del
racionalismo aparente, y existen asimismo
fundamentalismos, que en nada se asientan salvo en burdas y fútiles creencias. Y no parece que nadie aspire a cultivar el
sentido crítico frente a todo ello; se presenta todo como atado y bien atado en
el "agit prop" de lo
establecido y canónico, y esa atadura va
más allá de lo políticamente correcto, que es únicamente la primera línea de
los enemigos de la libertad, o el primer
velo que antecede a otros menos evidentes.
Por ello, si admitimos la cavilación de Sagan, la civilización peligra,
porque pedacitos de pseudociencia se van agregando a la ciencia oficial casi
sin que nos demos cuenta. Igual renunciar
el sentido crítico, dejándolo para más allá en el tiempo, y aguardar a que la acometida amaine, sea llegar demasiado
tarde.
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