"Si quieres seguridad total, ve a
la cárcel. Allí serás alimentado, vestido, con atención médica y así
sucesivamente. La única cosa de que carece es la libertad."
Dwight
D. Eisenhower
Tal
vez la sentencia resulte harto sencilla y obvia. Y que su
autor no sea del gusto de muchos por su inclinación hacia el otro lado, o al
lado que media humanidad considera el lado oscuro. Pero no parece refutable. Sólo
la esclavitud es gratis. Las cárceles,
cómo las llamadas jaulas de oro, nos garantizan lo elemental en términos
materiales. Pero falta el detalle denominado libertad. Sabemos lo que ocurrió
no hace tanto: paraísos terrenales que construyeron muros para que la gente,
ignorante de su felicidad, no huyese, y que nacieron de utopías concebidas como sueños
que, convertidos en pesadillas, son añorados, por una parte de los
ciudadanos, en el presente. El odio a la libertad es la fuente del Mal. Huyendo
del libre albedrío nos amparamos en cualquier posada, sin reflexión previa
sobre lo que hay dentro de la misma. La
libertad es incertidumbre, pero también culminación
del individuo. La seguridad, en los falsos paraísos inducidos, culminación de
nuestra parte más zoológica. Lo afirmo Robert Ardrey, allá por los años 70, en plena vorágine de la
Etología: nuestra parte colectiva es la que más nos acerca a los animales. Nunca
pensemos, cómo Vladimir Ilich, que para qué la libertad. Simplemente para ser
libres. Pero los liberticidas están siempre al acecho, prestos para admitir
cualquier doctrina que, llevada a la práctica , y construida sobre la moralina
del engaño, nos conduzca a la nada de la cárcel segura y
confortable. Estemos alertas.
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