En
estos tiempos que corren, anida en los corazones una enérgica pulsión
reaccionaria. Es humano. Como, además, esa pulsión, que abarca
variados campos y matices de las expectativas y del pensamiento, se presenta en
un embalaje que se dice progresista, pasa, casi siempre, inadvertida.
Pero, a poco que indaguemos, lo que reside en gran parte de las
"religiones" del presente (uno ya no se atreve a denominarlas
ideologías) es un profundo rechazo al impulso hacia adelante y al raciocinio
crítico. Anclados en viejos clichés del
progresismo del siglo XX, avanzamos hacia lo ecológico o lo sostenible,
verbigracia, sin el más mínimo análisis de esos conceptos, que nos vienen dados
como verdad revelada y que se repiten una y otra vez, sin pausa ni descanso. No digo más.
Que cada cual miré dentro de sí y hacia afuera sin dar nada por
preestablecido. E igual, entonces, descubrimos que nada es lo que
parece.
No hay comentarios:
Publicar un comentario