La moral homérica,
asentada en el relato mítico, fue dominante en la Grecia Antigua anterior al progreso
del comercio y de la moneda, que arrastraron consigo otra visión del orbe, de
la que surgió la preferencia por el Logos frente al Mito. Pero esa moral de los llamados tiempos
oscuros nutrió, en parte, otras cosmovisiones ulteriores y cíclicas, siempre
marcadas por la hegemonía del
sentimiento y del relato, junto con el
rechazo hacia la economía monetaria.
No sé si hoy se vislumbra una suerte de moral homérica bajo el manto de
discurso al uso: sentimiento y relato, en forma de posverdad, frente a la
realidad de los hechos. Que cada cual indague para encontrar su respuesta. ¿Triunfará, de manera definitiva, esa añeja moral
en la trama de la nueva peste que nos inunda?
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