No es de mi agrado el sintagma Memoria Histórica;
lo presiento emocional, dogmàtico, y también flatus vocis arrojadiza.
Prefiero la reflexión sobre la Historia, así sin más; resulta menos proclive al
mantra y sugiere un distanciamiento del fervor en favor del raciocinio,
ejercicio que nadie parece desear en estos tiempos hostiles al individuo. Para
qué elucubrar, nos dicen nuestros benefactores, devenidos ya, asimismo, mentores,
si tenemos a mano la vía del sentimiento. Nos quieren así, alejados del árbol del conocimiento.
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