“Lo
que nos mete en problemas no es lo que no sabemos, sino lo que creemos saber,
pero no sabemos”.
Mark
Twain.
Añoro los tiempos, no
tan distantes, durante los cuales, conscientes de ignorar casi todo, nos extasiábamos
con cada nuevo avance del conocimiento.
Por aquel entonces, la duda formaba parte de la Sabiduría. Ya no. Anidamos un mundo colmado de indoctos
que creen saberlo todo, y que apelan, en cada instante, a esa enciclopedia que
acarrean, en forma de celular, como si fuera el Oráculo, cada vez más incapaces
de un raciocinio cabal. Creemos saber lo
que no sabemos y no aceptamos nuestra ignorancia; no lo hacemos en relación
inversamente proporcional a nuestro nivel de discernimiento. Si Cipolla levantará la cabeza, notaría que
los “tontos” de su modelo acrecientan su proporción, que él juzgaba
constante. Aunque los “malos”
siguen siéndolo en igual porcentaje, ven ampliado su ejército de dóciles sirvientes
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