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07 noviembre 2019

INTRAHISTORIA.


“Si subes a la terraza de tú casa, verás el Monte Gólgota. Odio a la derecha, odio a la izquierda y, entre ellos, el que quiere arreglar todo con amor, y además verás una multitud que está contemplando todo mientras come la merienda que ha llevado consigo”.
De Karen Kapec, en el relato titulado “Crucifixión”, incluido en “Apócrifos”, libro de relatos escrito entre 1920 y 1938.
Contribuyó Kapec a la rutina literaria de la Ciencia-Ficción con la expresión “robot”, como prosista adscrito a ese género y al de las distopías. En este libro de relatos, elaborados a lo largo de casi dos décadas, hasta las vísperas de su fallecimiento, se desvía un poco de esos argumentos y se consagra a otros concernientes a eso que hoy nombraríamos como intrahistoria (en la cita de más arriba, la última parte nos recuerda aspectos inconfundibles del orbe actual), dotándola de ironía y de clarividencia. En una palabra, "entreguerras", un período colmado de mentes, y de plumas, de gran cordura, sin que ello valiese para evitar lo que resultó ineludible. Poco se logra hacer cuando la mayoría, letrada o iletrada, que tanto da, acaba por convencerse de saber dónde reside el Bien para  hacerlo  deber obligado.

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