Nuestras sociedades tienden a equipararse por la base, mientras la socialdemocracia imperante (en
sus diversos avatares, desde la derecha más extrema a la izquierda) ofrece la
igualdad como conquista de nuestros tiempos y luz del progresismo. Sin embargo, se trata de una simplificación
de la sociedad más que de una verdadera igualación; dicha simplificación se basa en la creación
de una masa informe e indiferenciada, eliminando los grumos de grupos
intermedios que dificultan la dominación.
Esta última es el gran objetivo, en el que coinciden los colectivistas y
la élite mundial, que tal vez no sean entidades tan distintas. La gran masa sumisa fue la fantasía de
comunistas, integristas religiosos y capitalistas que trascienden el mercado. Ya no es un fantasía, sino una probabilidad a
tener en cuenta. A los hechos me remito.
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