El Gobierno parece asumir como gran objetivo la exhumación
de los restos de Franco, que sabemos donde moran, lo que evita fantasías y
teorías de la conspiración como las que afectan a la figura de Hitler. Ello se debe a que nuestro dictador murió en
la cama y está enterrado donde está. A
los dos meses de su muerte, lo recuerdo porque ya tengo una edad, ya no había
casi franquistas y el país estaba invadido por los autodenominados "demócratas de toda la vida", como
se decía entonces. Pero el caso es que
el General ejerció el mando durante 36 años, 7 meses y 14 días (si tomamos como
inicio de su poder el final de la guerra) o durante39 años, un mes y 20 días (
si partimos del famoso 1 de octubre, en que fue elevado a la categoría de líder
de los sublevados). Esa fue la
realidad. Durante todo ese tiempo, la
oposición en el interior fue minoritaria, pues sólo el PCE se organizó dentro
durante gran parte del período, aunque
al margen de la llamada mayoría silenciosa, que no se pronunciaba, pero que
apuntalaba al Régimen con su omertá. O
sea, que gran parte de la épica antifranquista, y del antifranquismo en
general, es una reconstrucción posterior ad hoc o lo que llamaríamos hoy
posverdad. Por eso me parece sospechoso
tanto énfasis en desenterrar al dictador.
Recordemos aquello de los conversos y la Inquisición. Freud dixit.
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