Naturaleza. Un concepto que tiene mucho de metafísico y
antropomórfico, forjado además en un marco de panteísmo. Lo mismo ocurre con la noción de ecosistema,
una suerte de todo autorregulado hecho a imagen y semejanza de nuestra lógica. Y, en relación con ello, surge la cuestión,
tan cara hoy, de su conservación. El
conservacionismo sí que se presenta como construcción ideológica pues, de
existir la Naturaleza como entidad ajena a la Cultura, nada hay menos
conservacionista que la misma. La
historia geológica, a los largo de los distintos eones, está poblada de cambios
bruscos y extinciones masivas. En la
historia de la Tierra se han documentado por lo menos cinco de ellas. La
extinción más reciente ocurrió hace 65 millones de años al final del periodo
Cretácico y acabó con el “Parque Jurásico”, es decir, con los dinosauros,
además de muchas otras especies. Las causas de las pasadas extinciones han sido
identificadas como cambios dramáticos en el clima debido a actividad geológica.
El conservacionismo actual, de raíz ecologista y con mucho de emocional, se
basa en un concepto de lo natural dispuesto a nuestra escala temporal. Sería este un buen punto de partida para una
reflexión crítica.
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