Es
el título de un ensayo de Fernando Vallespín, publicado en 2012. Partiendo de
la actividad política, cuya naturaleza, siguiendo a Hanna Arendt, sería "estar
en guerra con la verdad", el autor se pregunta por la relación entre
Democracia y veracidad. El planteamiento
es interesante, pues lo que se pretende siempre, desde cualquier perspectiva
ideológica o política, es la hegemonía cultural, es decir, aquello que ya el
comunista Gramsci describió como la conversión en "sentido común" de
la propia visión del mundo. A partir de
ahí, parece claro que la mentira, o la ocultación de la verdad cuando no es ventajosa,
forma parte del acervo político.
Propaganda es la palabra, pero propaganda extendida ad infinitum; lo supieron Lenin y Stalin, y lo ejecutó a la
perfección la Komintern, algunas de cuyas perlas propagandísticas siguen hoy
siendo admitidas, en el fondo o en la forma, por la Izquierda divina o no. Lo supo también el nazismo (Gobbels dixit).
Y, ahora, están la posverdad, lo políticamente correcto, la imposición del
lenguaje....Sí, el título del ensayo citado es tal vez más real que la otra
frase evangélica en la que se escribe verdad donde aquí mentira.
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