Toda concepción del mundo, o weltanschauung, que dirían los
alemanes, tiene sus mitos. Ello va acompañado de una huida del menudeo
ideológico cuando el mismo se enfrenta a
hechos o situaciones que no encajan en los grandes principios. Un ejemplo es lo que ocurre con la Izquierda,
o las izquierdas, frente a asuntos como el del Islam. La Guerra Fría, y su
propaganda, dejó lugares comunes, como el apoyo a los palestinos o cierta
connivencia con lo islámico, o más bien lo árabe, en el contexto del Mundo
Bipolar. En relación con ello, leo, en la edición digital del diario El Mundo,
una información sobre lo que está ocurriendo en al bulevar de La Chapelle, en París,
donde, y cito literalmente, " hace
dos semanas, casi 20.000 mujeres que viven o trabajan en la zona denunciaron el
continuo acoso y los insultos que sufrían en la calle. Los
alcaldes de los distritos afectados han desplegado más agentes y el Gobierno ha
anunciado que las agresiones sexuales,
incluidas las de palabra serán sancionadas con multas". Continúa el mismo diario: "Las firmantes han sido acusadas de xenofobia, islamofobia y racismo. Varias
organizaciones feministas las han criticado por centrar su denuncia en una zona
concreta y en una comunidad concreta. El
problema es global, proclama el colectivo de mujeres Paye Ta Schnek, que
considera la denuncia de las vecinas de La Chapelle inútil y peligrosa. Los partidos de izquierda prefieren pasar de
puntillas sobre el problema. Este mes hay elecciones
legislativas y los musulmanes votan." A veces, uno no puede evitar pensar en la política
de apaciguamiento de los años treinta.
Ojalá sea cierta la afirmación de Carlos Marx de que la Historia sólo se
repite como farsa y no como tragedia.
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