El anacronismo es a la Historiografía lo que la metafísica a
la Astronomía. O era. En las facultades de Historia se insistía
bastante en evitarlo. No parece que el
mantra haya tenido mucho éxito; hoy se analiza el pasado con los valores del
presente, tal vez porque muchos estudios tienen más de ideología que de ciencia
histórica y parecen orientados a reescribir lo pretérito con un ojo puesto en las
quimeras del futuro. Al fin y al cabo,
lo que denominamos Historiografía nació en parte como propaganda o exaltación
del Poder; el relato de lo pasado puede justificar el presente para construir
un futuro ligado al mismo. En la era de
Stalin, en la URSS, se llegó a borrar de las fotos a quienes, caídos en la
desgracia de la heterodoxia y el desviacionismo, eran tratados como si nunca hubieran
existido. O sea, que el asunto es viejo. Desconfiemos, pues, del acercamiento a lo
pasado con los valores o la moralina del presente, pues su intención es siempre
liberticida.
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