La Navidad. El
sintagma resulta polisémico, lo concibamos desde el prisma cristiano o desde el prisma
solsticial. La navidad nos entra por el
cerebro reptiloide, el de las emociones, y los publicistas lo saben. Los cuentos navideños, los del catolicismo,
como los del burgués bien pensante, como los de lo progres buenistas, parten de
esa pulsión anticomercial que, presente en el cristianismo desde los primeros
tiempos, caracteriza también a los anti-sistema de hoy, a los que parece sobrarles el prefijo a poco
que pensemos con propiedad. Pero, en fin,
para qué elucubrar de más en estos días.
¡Feliz Navidad!
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