En estos tiempos de mudanza, y también de tribulación (a
pesar del viejo adagio), nada es lo que parece.
Indagar bajo la opacidad de las apariencias, que fue siempre tarea de
filósofos, se ha vuelto arduo. Las
"fake news" y la posverdad unida a la polìticamente
correcto, devenido ya a un nuevo nivel
de opresión ideológica, ejercida a través del lenguaje, brindan un horizonte
confuso ante el cual tendemos a buscar el calor del grupo más que la reflexión
solitaria e individual, que requiere muchas veces un hilo de Ariadna del que no disponemos. Así, todo grupo se vuelve secta y se
facilitan los designios de los opresores, de los liberticidas que, siempre al
acecho, trabajan en menoscabo de nuestra dignidad y de nuestra autonomía.
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